BOLIVIA EN EL ANALISIS DE EXPERTOS

Pese a la falta de quorum, la senadora Jeanine Áñez se proclamó presidenta transitoria de Bolivia y prometió una elección presidencial. Áñez exhibió una Biblia, así como un ejemplar de los Evangelios al estrenarse en el cargo. El sociólogo Hugo José Suárez analiza para RFI el papel pujante de la religión en la vida política boliviana.

Tras conflicto post electoral que desembocó en un motín policial y el exilio de Evo Morales y de su vicepresidente Álvaro García Linera, una senadora de derecha Jeanine Áñez asumió la presidencia interina de Bolivia este martes. Hugo José Suárez, sociólogo boliviano, profesor de la UNAM (México) y profesor invitado en el Instituto de Altos estudios de América latinan IHEAL de París analiza la situación para Radio Francia Internacional.

El sociólogo Hugo José Suárez Cortesía Hugo José Suárez

RFI: La senadora de derecha Jeanine Áñez asumió la presidencia interina de Bolivia. Obtuvo el respaldo del líder de derecha dura Luis Fernando Camacho. ¿Cómo calificar estos partidos que han tomado el poder desde que Morales se exilió?

Hugo José Suárez: Tenemos varias fuerzas que están confluyendo y que están peleando. Tenemos por un lado un sector altamente autoritario y de la derecha oriental, que estaría representado por Camacho, que, por supuesto, ha puesto parte de la agenda de las últimas semanas, y que tiene intereses en tratar de influir lo más posible dentro del gobierno, es un hecho.

Pero por otro lado hay un sector muy autoritario del MAS, que también quiere imponer una agenda. Y en medio hay toda una población que quiere una transición democrática, que se hagan elecciones y que de ahí surja un presidente legítimo.

RFI: Varios países latinoamericanos como México, Venezuela y Cuba, así como la izquierda francesa denuncian un golpe de Estado contra Evo Morales. Los militares le pidieron al  presidente boliviano que renuncie. ¿Hasta qué punto se ha roto el orden constitucional en Bolivia?

Hugo José Suárez: Yo no calificaría –esa situación- de golpe de Estado, lejos de eso. Esa retórica ha sido utilizada políticamente por el ex presidente Evo Morales para lavar y borrar el gran fraude que había hecho. Lo que tenemos en Bolivia no es un golpe de Estado, es una situación compleja, diversa, contradictoria, anómala con vacíos de poder que tienen que ser llenados siguiendo el curso de la institucionalidad.

En esta situación anómala, lo que se ha hecho ahora es seguir la institucionalidad democrática considerando los vacíos que se habían dejado.

Hasta ahorita, aunque parezca extraño no estamos en una ruptura del orden constitucional. Lo que hay es la legitimidad en la sucesión para tener un nuevo presidente que es, en este caso, la senadora Áñez.

RFI: La senadora Añez se estrenó en el cargo de presidenta interina con una Biblia en mano, explicando que “La Biblia ingresa a Palacio”. ¿Qué significa ese gesto?

Hugo José Suárez: Es un hecho que en las últimas semanas se ha metido en la discusión una agenda religiosa que empezó antes de las elecciones con un personaje que, nada tiene que ver con la coyuntura actual: fue el candidato Chi Hyun Chung, un pastor presbiteriano que tuvo la tercera votación más importante del país (8,77%). Usaba la Biblia, salía con la Virgen y un rosario en la mano y un lenguaje religioso. Pero el lenguaje religioso salpicó al propio gobierno. Recordemos que el ex vicepresidente, Álvaro García Linera, terminó uno de sus últimos comunicados citando la Biblia y cerró la conferencia de prensa Biblia en mano. Entonces creo que el factor religioso está muy presente en Bolivia y que tomó en este momento los dos frentes.

RFI: Antes de renunciar, el presidente Morales denunció un plan de “golpe fascista” en su contra. ¿Qué opina de este calificativo?

Hugo José Suárez: Creo que no hay que entrar tan rápidamente en la analogía con el fascismo. Tenemos una derecha oriental que es uno de los actores –que empujaron a Evo a renunciar-, pero habrá que ver qué pasa en las elecciones. Propongo no retomar las acusaciones de fascismo. Hemos tenido grupos con estrategia militar prácticamente fascista que han entrado a las ciudades a causar destrozos al bien público, a los buses de la Alcaldía de La paz. La casa del rector ha sido quemada. Son grupos armados que podrían recordar fácilmente a los grupos paramilitares del tiempo dictatorial latinoamericano y que han respondido directamente a la estructura del Movimiento al Socialismo, MAS y que son responsabilidad del ex presidente Evo Morales.

RFI: El día de su dimisión, Morales arremetió contra las dos figuras de la oposición, Carlos Mesa, ex candidato de oposición, y el líder regional de derecha Luis Fernando Camacho a quienes tildó de “discriminadores que pasarán a la historia como racistas y golpistas”. Y por la noche, la corresponsal de RFI entrevistó a un ciudadano boliviano que festejaba la renuncia de Morales y le reprochaba haber “indigenizado el país”. ¿Hay un componente racista en el movimiento contra Morales?

Hugo José Suárez: Bolivia es un país con herencia colonial muy fuerte. El tema del racismo está anclado de distintas maneras y en distintos momentos surge de manera brutal e inaceptable. Uno de los logros de Evo Morales fue su política de descolonización. Se logró y se avanzó muchísimo. El racismo no se había superado, pero por lo menos estaba más controlado. Se tenía una sociedad una sociedad menos racista de la que Morales había recibido. Lo que ha hecho de manera ahorita el ex presidente ha sido reavivar el tema del racismo como si no hubiera avanzado.

Ahora de que existe el racismo, sí existe. Algunos grupos quemaron la Wiphala, la bandera del Estado Plurinacional, por Constitución. Se vivió un momento de brutal confrontación y violencia que hay que condenar, pero a la vez, esos mismos grupos rápidamente trataron de resarcir el daño. No creo que esté en juego que un grupo racista tratando de gobernar Bolivia. Hay un grupo ciudadano que tiene muchas orientaciones, que ha logrado que se respete su voto y la Constitución, y que se tenga que ir un presidente que es responsable del mayor fraude que se ha cometido en los últimos 15 años en Bolivia.